Mentira la mentira
mentira la verdad
todo es mentira en este mundo
todo es mentira la verdad
todo es mentira yo me digo
todo es mentira ¿por qué será?
-Manu Chao
Primera parte. Las goteras
El lunes 11 de marzo pasado sonaron las alarmas en el Museo del Prado. Las 3.000 obras que entre óleos y dibujos se almacenan en el sótano del nuevo edificio proyectado por Moneo, estuvieron expuestas a una filtración de agua que insistentemente cayó sobre Madrid todo el fin de semana. La noticia permaneció oculta para el público, y así se habría mantenido de no ser por algunas voces del propio museo que discretamente difundieron el suceso. Fue así como el director, Miguel Zugaza, se vio obligado a convocar una rueda de prensa un mes después del accidente para informar a los medios.
8 dibujos de pintura española (Joaquín Inza, Eduardo Solís y Llopis, Lorenzo Tiépolo, etc.) y 6 pinturas, entre las que se encontraba la más valiosa, “Banquete de bodas” del pintor flamenco Jan Brueguel el Viejo, fechada en 1623, fueron regados durante al menos 24 horas, aunque algunas fuentes lo amplían a todo el fin de semana.
“No fue para tanto, cosas así pueden suceder en un momento dado en cualquier museo, viejo o nuevo”.
En el forzado encuentro con la prensa y a las preguntas de los medios convocados, Zugaza restó importancia al daño sufrido por las obras argumentando que las pinturas ya estaban reparadas por el equipo de restauradores (bajo el patrocinio de Iberdrola):
“El equipo de restauradores del museo trabajó de forma ejemplar” y los almacenes cuentan con las perfectas garantías de estanqueidad, y con controles periódicos y exhaustivos, según aseguró.
A pesar de la “normalidad” que intentaba trasmitir el director del museo, en esas fechas se vivió una auténtica conmoción. Inmediatamente se informó al Patronato y a su presidente el ex-ministro José Pedro Pérez Llorca, -socio, accionista y consejero de Kuwait Petroleum, Iberia, Loewe-, y junto con el equipo de técnicos se decidió no contarlo y que la noticia no trascendiera. (“Sé que esta casa tiene una política de comunicación muy transparente. Voy a mejorarla si puedo”, dijo Pérez Llorca tras su nombramiento como Presidente del Patronato)
“Debatimos sobre si contarlo o no, y decidimos que no era un tema de tanto recorrido como para informar, y que era el momento de dejar trabajar a los restauradores con tranquilidad”.
Enrique Quintana, jefe de restauración del Museo del Prado, muestra a la prensa la obra de Brueguel afectada / Photo: Jose Ramón Ladra
También se informó al arquitecto responsable de la obra Rafael Moneo, que en esos momentos se encontraba en EEUU y delegó en uno de sus colaboradores.
El informe sobre lo sucedido está en marcha, aseguró el director del museo. Muy bien. Pero, ¿se hará público?.
Lo cierto es que en el ala más moderna de la pinacoteca, inaugurada en 2007 con un coste final de 152.356.775 euros (cuatro veces superior a los 44,6 millones de euros presupuestados y aprobados en consejo de ministros en 2005), se ha abierto una brecha de agua y de desconfianza y todo apunta a que, para eludir responsabilidades, el director del museo Miguel Zugaza se adelanta al resultado del informe técnico y centra sus sospechas señalando como posible responsable a la empresa constructora, la UTE formada por ACS y Construcciones San José, seis años después de su realización:
“No ha sido un problema de diseño del proyecto de Moneo y su equipo, sino de ejecución. Aún tenemos que terminar de redactar el informe y se depurarán responsabilidades”.
Segunda parte. Un incendio
Jan Brueguel el Viejo (1568-1625) conocido con el apodo de Velours -de terciopelo-, por su técnica pictórica y por algunos de los temas de sus obras, tuvo un enorme éxito durante toda su vida, pintor de la corte, amigo y compañero de trabajo de Rubens (fue padrino de su hija Anna, futura esposa de David Teniers), hasta el punto de realizar muchas obras al alimón, algunas de ellas en el Prado.
‘El Banquete de Boda’ dañado por la filtración de agua, forma parte de las 50 obras del pintor que se conservan en el Museo del Prado, almacenada provisionalmente mientras se reorganizan las salas de pintura flamenca.
El Prado posee una valiosísima colección de cuadros de Brueguel el Viejo, en colaboración con Rubens muchos de ellos, como las 5 tablas de los Sentidos y dos réplicas de la misma alegoría de Los Sentidos en dos lienzos El Gusto, el Oido y el Tacto y La Vista y el Olfato. Estos dos últimos lienzos fueron un encargo de la municipalidad de Amberes para agasajar a los Gobernadores de los Países Bajos, los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia (hija favorita de Felipe II), réplicas de los originales que desaparecieron en el incendio del palacio de Coudenberg en 1731.
Jan Brueguel el Viejo, ‘El Gusto, el Oido y el Tacto’, 1620. En el paisaje, al fondo, el castillo de Coudenberg / Museo del Prado
El 3 de febrero de 1731, el castillo medieval de Coudenberg, situado en la colina del mismo nombre que domina la ciudad de Amberes comienza a arder. El palacio que en su origen se erigió como elemento defensivo de la ciudad, se va transformando con el paso del tiempo en lugar de recreo, residencia de la diplomacia y huella de la grandeza que las sucesivas casas reales iban dejando a su paso: brabanzona, borgoñesa, española, austriaca. Capillas góticas (Carlos I), tapices, orfebrería, estatuas, cristalerías, y obras de Tiziano, Rubens, Brueguel…
La noche del 3 de febrero, la Gobernadora general de los Países Bajos, María Isabel de Austria, hermana del emperador Carlos VI, olvida dar la orden de apagar las velas del palacio. Las llamas comienzan a quemar las maderas y las telas, el fuego se va extendiendo por todas las habitaciones rápidamente. Los cubos de cuero y las jeringas de agua no consiguen acabar con el incendio que amenaza las habitaciones privadas reales y sólo gracias a la intervención de un granadero que derriba la puerta, a pesar de las prohibiciones, consigue salvar la vida de la Gobernadora.
El incendio destruyó la mitad del palacio y con él las obras de arte que guardaba.
Sin embargo el informe que se elaboró, contaba los hechos de una forma muy distinta.
El incendio se inició en las cocinas, muy lejos de las habitaciones privadas, a causa de la fabricación de unas confituras destinadas al gran baile previsto en el palacio para dos días después.
Así pues, el servicio habría actuado negligentemente siendo la causa y por tanto los responsables del gran incendio en el palacio de Coudenberg.
Goteras en el Prado. Últimas Noticias
A la espera del documento final que estará listo a final de mes, el departamento de Conservación e Investigación, bajo la dirección adjunta de Gabriele Finaldi, ha emitido un informe sobre las “Actuaciones realizadas a partir del conocimiento de la filtración de agua en el Depósito nº 4 de Jerónimos”.
La primera orden, aunque no conste en el informe, fue el traslado inminente de 273 obras desde los peines del almacén de los Jerónimos en que se custodiaban, a los almacenes norte y sur del antiguo edificio Villanueva, donde todavía permanecen.
¿A qué tanto revuelo entonces si la cosa tenia tan poca importancia que no merecía la pena hacerla pública ni dar explicaciones?
¿Por qué un informe tan exhaustivo a pesar de que el director del Museo sigue insistiendo en que “es muy habitual que cosas así ocurran en edificios de carácter histórico”.
Control y seguridad deben estar ahora mismo encima de la mesa de los responsables de una de las mejores pinacotecas del mundo. Las alarmas están encendidas y no se admiten vaguedades. El informe de actuaciones habla claro y señala las necesidades prioritarias en que deben incidir las nuevas medidas, cuyas conclusiones se pueden resumir así:
– Revisión del Servicio de Registro de las instalaciones del edificio de los Jerónimos y del edificio Villanueva.
– Comprobación de la estanqueidad de los equipamientos y del mobiliario de los almacenes.
– Revisión de los protocolos de acceso a los almacenes.
– Declaración de “espacios de máxima protección y control” a las áreas de guarda y almacenamiento.
– Realización de ejercicios prácticos y simulacros dentro de un Plan de Emergencia de Colecciones.
– Incorporación de restauradores del Prado en al menos dos revisiones anuales de las que efectúan los técnicos.
De dimisiones, por supuesto, ni se habla. De responsables, tampoco.
No muy lejano en el tiempo y por diferentes razones se vieron obligados a dimitir de su cargo otros directores del Museo:
– En 1994, Francisco Calvo Serraller dimitió después de tan sólo 200 días de ocupar el cargo al considerar que “había sido abandonado y entregado a las fieras”. El detonante fue la publicación en la revista Nuevo Estilo de un reportaje de sillas de diseño expuestas en la sala de Las Meninas. La consejera delegada de la publicación era entonces su esposa Cristina Rodríguez Salmones.
– En 1993, Felipe Garín presentó su dimisión al frente del Museo por unas goteras que aparecieron en la Sala de exhibición de Las Meninas, incidente al que el director no dio importancia.
– En 1991, Alfonso Pérez Sánchez, abandonó su cargo por las presiones del Gobierno después de haber firmado un manifiesto en contra de la guerra del Golfo.
En 2013, Miguel Zugaza sigue insistiendo: “esto son cosas que pasan en los mejores museos”.
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