Museo del Prado. Nueva Sala 51C. Obras de la iglesia de San Baudelio de Casillas de Berlanga y de la ermita de la Cruz de Maderuelo
Grandes titulares, cifras aplastantes, fotos institucionales, reales, ministeriales, reordenación de las colecciones, Plan de Actuación 2009-2012, nuevas salas, metros cuadrados ganados a otros servicios, las colecciones del siglo XIX, del Románico al Renacimiento, intervención de Moneo para la restauración de los interiores de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga (Soria), restauraciones , rotondas que se abren al cielo, nuevo eje Prado-Recoletos, etc, etc.. En este marco se anuncia la inauguración de siete nuevas salas en la planta baja del Edificio Villanueva, desde la 50 a la 52C.
Pero de entrada, frente tanto sonar de trompetas, nos encontramos un pequeño inconveniente: no podemos hacer un recorrido que nos lleve desde las más antiguas muestras del románico castellano de la ermita de San Baudelio y de la iglesia de la Vera Cruz de los siglos XII, hasta las más recientes obras del Renacimiento español del siglo XVI (con obras de Juan de Juanes, Correa de Vivar y Luís de Morales).
Debido a la altura de algunos retablos que sobrepasan en algún caso los cinco metros, y que solo se han podido ubicar en la sala nº 50 por la altura de los techos (primero se hace el traje y luego se encaja el modelo) no podemos verlos en su orden. El desajuste entre la altura de las salas y el tamaño del Retablo del Arzobispo Sancho de Rojas (1415) de Juan Rodríguez de Toledo, con 532×618 cm., y el del Retablo de la vida de la Virgen y San Francisco (1445-1460) del Maestro Nicolás Francés con 557×558 cm. (una de las obras maestras del gótico internacional castellano), nos obliga a desviar nuestro camino, de manera que deberemos entrar y salir de la rotonda, centro de la exposición, para poder entender y hacer un recorrido evolutivo de la tan anunciada reestructuración.
Retablo de la vida de la Virgen y San Francisco (1445-1460) de Nicolás Francés. 557x558cm. Procede de La Bañeza (León)
Pero eso no es todo: exceso de luz, brillos restallantes en las tablas y óleos, bien restaurados pero mal iluminados. Un marco de frialdad sólo suavizada por la magnífica estructura del edificio de Villanueva.
Pintura religiosa, retablos realizados para espacios íntimos, de semipenumbra, de recogimiento y meditación, murales de pequeñas ermitas, se nos presentan aquí como desnudos, desvirtuados de su función, de su lugar y trivializados para su exhibición ante el gran público.
Además de los titulares en prensa se anuncian dentro del propio Museo, conferencias, visitas guiadas, cursos a cargo de los especialistas encargados de la ampliación.
¿Triunfalismo? ¿Superficialidad? ¿Banalización?
A base de pequeñas intervenciones que se van sumando poco a poco, mucho nos tememos que todo aquello que hizo del Museo del Prado una de las mayores pinacotecas del mundo, se vaya convirtiendo en una feria del despropósito, primando criterios de “modernidad”, al servicio del turismo y el culto a la audiencia.
El Paseo del Prado junto al Botánico, el Parque del Retiro y alrededores, estaban plagados de rincones, plazuelas, esquinas y banquitos donde sentarse plácidamente a leer el periódico una mañana soleada de domingo. Sombras y fuentecitas, recovecos, pequeñas estancias donde cabía una charla reposada, desaparecen de la mano de los nuevos planes de urbanización, de una modernidad que avanza homogeneizando y arrasando todo, encontrando su reflejo en estas ampliaciones y reestructuraciones de las colecciones del Museo del Prado, ciudadanos sin rincones, retablos sin penumbra y tablas sin pátina.
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El Museo del Prado, con el patrocinio de la Fundación AXA, inaugura siete nuevas salas dedicadas a la pintura española, desde el Románico del siglo XII al Renacimiento del XVI. Una nueva etapa en el plan de ampliación y reordenación que está llevando a cabo el Museo desde 2007 en que fue inaugurada la ampliación encargada al arquitecto Rafael Moneo. Estas nuevas salas se distribuyen en torno a la Rotonda baja de Goya, que para esta ocasión se ha dotado de una selección de esculturas clásicas presididas por la Apoteosis de Claudio (h. 1660).
Con estos espacios recién estrenados se crea el lugar adecuado a las obras que forman parte del fondo museístico y que una vez preparadas y restauradas, por el propio taller del Museo, se muestran para su exhibición.
La procedencia de algunas de las obras expuestas en estas salas (excluidos los fondos reales de la reina Isabel de Farnesio) comenzarían a partir de la desamortización del s XIX. Desde Toledo y la Cartuja de Miraflores, desde el Convento de Sto. Tomás de Ávila de donde procede “El Auto de la Inquisición” de Pedro Berruguete (sala 52A) y del Museo de la Trinidad los” Retablos de Santo Domingo y San Pedro Mártir” de Pedro Berruguete (sala 52 A), entre otros.
Ya en el siglo XX se obtienen nuevas obras a través de compras, legados, donaciones, permutas, etc.
A partir de 1912, fecha en que se crea el patronato con la presidencia del Duque de Alba hasta 1936, empiezan a ingresar numerosos cuadros a través de legados como los 89 pertenecientes al legado de Pablo Bosch en 1915, con magníficas pinturas catalanas y aragonesas del que forma parte el único Huguet que posee el museo, “El Profeta Daniel” (sala 51B), y “Cristo bendiciendo” de Fernando Gallego (sala 51B). En 1920 se permuta con el Museo Arqueológico Nacional “Santo Domingo de Silos entronizado como Obispo” de Bartolomé Bermejo (51A). A finales de los 20, con motivo de la Exposición internacional de Barcelona en 1929, el propio Duque de Alba y Manuel Gómez Moreno (director general de Bellas Artes) discuten sobre la conveniencia de la adquisición de los autores primitivos. Se compra una obra excepcional de Diego de la Cruz, el “San Juan Bautista” (51A). Hacia 1930 se amplia la colección con el legado de Fernández Durán (“Ecce Homo” de Morales, entre otros). En 1931 Gómez Moreno compra el Tríptico de Luís Allincbrot (51B). En 1932 ingresa el “Retablo de la Virgen y San Francisco” de Nicolás Francés (50), y en 1934 cuatro tablas del Maestro de Sopetrán (51A).
Suspendido el Patronato durante la Guerra Civil, a partir de los 40 se inician nuevas adquisiciones. Se compra “La Piedad” de Fernando Gallego (51B), las tablas de” Santo Domingo” de Pedro Berruguete hacia 1965 (52A), fecha en que se empiezan a adquirir pinturas representativas del gótico catalán.
Las últimas adquisiciones después de 1999 serían las tablas de “La Crucifixión” de Martín Bernat(51A), “La Virgen de la Leche” de Pere Lembri (50), la «Crucifixión” de Juan Sánchez (51B) y ya en 2005, la obra maestra de Juan de Flandes, “La Crucifixión” (52A).
Un apartado especial serían las pinturas murales de la sala 51C pertenecientes a la iglesia de San Baudelio de Berlanga (Soria) y el ábside de la Ermita de la Cruz de Maderuelo (Segovia). En 1923 se inician las gestiones del Museo para arrancar las pinturas de la ermita de Maderuelo, a lo que Gómez Moreno en principio se resiste en la opinión de que las pinturas deben quedarse en la iglesia. En 1929 las compra el Prado y ya en 1946 ante la inminente construcción del Pantano de Linares y el peligro que tal obra constituye , se decide cortar el ábside en fragmentos y arrancarlos. Entre 1947 y 1948 se trasladan al Museo.
En cuanto a los fragmentos de pintura mural de San Baudelio, forman parte del conjunto que decoraba la iglesia, y que en 1926 se arrancaron y vendieron a Estados Unidos. Estos seis que se exhiben en el Prado ingresan en 1957 como depósito temporal indefinido del Metropolitan Museum of Art de Nueva York a cambio del ábside de San Martín de Fuentidueña (Segovia). La restauración de los frescos está dirigida por Juan Ruiz en colaboración con el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).
Las dos últimas salas que recogen el Renacimiento español , 52-B y 52-C, con 1506 como inicio de la cronología, está presidida por “Santa Catalina” de Fernando Yáñez (52B). Ninguna obra llega por la colección real, unas proceden del Museo de la Trinidad y la mayoría por compras. El Ministerio de Educación compra en 1946 la “Santa Catalina” de Yáñez (puro renacimiento). El “San Damián” aparece con un marco ortogonal debido a una manipulación para hacerlo parecer más italiano, probablemente era más grande y se cortó para darle un estilo italianizante que no tenía. En cuanto a “Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño”, obra ya tardía, se compra cerca de su pueblo natal (Almedina). “San Francisco y San Onofre” son dos adquisiciones muy recientes que seguramente pertenecían a una misma prebela con más santos que no nos han llegado. En la misma sala hay dos Machucas, “La Virgen y las ánimas del Purgatorio”, recién restaurado , obra bellísima de 1517, muy temprana, con una iconografía medieval, se compró en 1935, y “El descendimiento de la Cruz”, cercano a los manieristas, con un interesante marco (columnas monstruosas). Enfrente Blas de Prado “Sagrada Familia, San Ildefonso, San Juan Evangelista”, deudor del mundo italiano, cercano al naturalismo. De Sánchez Coello “Desposorios Místicos de Santa Catalina” pintada sobre corcho, único ejemplar sobre corcho del autor, primer retratista español que trabaja para Felipe II.
Finalmente en la sala 52-C tres pintores, Juan de Juanes, Luís de Morales y Juan Correa de Vivar que nacen en torno a 1510. En 1801 Carlos IV compra el Retablo de Juan de Juanes del que faltan dos piezas, fechadas en 1562, también se encuentra el “Ecce Homo” (hacia 1570). De Juan Correa encontramos “La Anunciación” que aparece aquí como un tríptico sin serlo, además del retablo de 1535 “La Natividad”.
De Luís de Morales sabemos que tuvo un taller muy importante, debió recoger muchas estampas, pero ¿dónde se formó? No se sabe a ciencia cierta, aunque sí conocemos que tuvo gran éxito en vida, con obra de calidad altísima, cuidaba incluso la elección de los tableros (robles ¿vía portuguesa?), mejores que los de otros pintores. “La presentación de Jesús en el Templo” procede de las colecciones reales, “La Virgen con el Niño” es la obra que mejor le identifica, procedente de la donación de Pablo Bosch. “San Juan de Ribera”, obispo de Extremadura, también procede de una donación, así como “San Juan Bautista”, mientras “La Piedad, San Juan y la Magdalena” se trata de un tríptico de pequeñas dimensiones, comprado en 1992 y “El nacimiento de la Virgen” procede de una compra del Museo.
Éstas serían las salas renovadas hasta la fecha, a la espera de la finalización de la remodelación que se está realizando en la Sala 56 para los Retratos de Corte, con obras de Antonio Moro, Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz, Sofonisba Anguisola, etc., que magníficamente retrataron la corte de los Habsburgo y la monarquía española (María Tudor, Felipe II, Juan de Austria…….), cuya inauguración se espera en próximos días.