Victor I. Stoichita ante La sombra sobre la mujer. Picasso (óleo sobre lienzo, 103,7×97,7cm, 1953) The Israel Museum, Jerusalem
El museo Thyssen-Bornemisza, que el año pasado atrajo 753.215 visitantes, prácticamente la mitad que el recién inaugurado Caixa Forum de Madrid o la cuarta parte de los que acudieron al Museo del Prado, no consigue hacer crecer el número de visitas.Ni Las Vanguardias y la gran guerra ni la dedicada a Miró tuvieron el tirón de público esperado ni tampoco es previsible que ésta, La Sombra, sea un éxito en ese sentido. Menos importancia tiene el número de visitantes para la Fundación Caja Madrid, de acceso gratuito, en la que se prolonga la parte contemporánea de esta exposición.
El hilo argumental traído a colación por el libro A short History of the Shadow de Victor Stoichita, comisario de la exposición, no deja de ser inherente a toda representación: la sombra, como el color, la línea, el trazo, la atmósfera, son problemas plásticos de ayer, de hoy y de siempre.
Producen un cierto cansancio estos cursos digestivos de historia del arte, exposiciones temáticas de tan largo recorrido y con tal cantidad de autores representados que el espectador salta de uno a otro, de una obra a otra, sin tiempo de contemplar ni valorar nada. El visitante mira la sucesión de cuadros-fichas como quien escruta las etiquetas en los mostradores de un centro comercial.
La primera parte de La Sombra, en el Thyssen, está dividida en seis capítulos: La invención de la pintura, Renacimiento, Barroco, Simbolismo-Fin de siglo y, finalmente, en un trayecto vertiginoso, Impresionismo. En Caja Madrid, donde se exhibe la segunda parte, el viaje comienza en el Surrealismo, atraviesa el Pop para llegar hasta la actualidad y reserva una parada final dedicada a la fotografía y el cine. No cabe más.
Con todo, merecen la pena muchas de las piezas por si mismas, algunas soberbias: el Corral de locos, un óleo sobre hojalata (42.9×31,4cm, 1794) de Goya, que viene del Meadows Museum de Dallas, tiene materia suficiente para hipnotizar y llenar todo el espacio. Imposible de ver si no es aquí.
De las que si se pueden ver en España, el propio museo Thyssen aporta 13 obras de sus fondos y tres de la colección de la Baronesa, del Reina Sofía llegan 12 piezas, muchas de ellas fotográficas, 13 más vienen del IVAM, 2 del museo Sorolla y una, menor, del Prado. Hay también préstamos privados, dos de la Ordóñez-Falcón -a sumar a las depositadas en el IVAM- y cinco que vienen de los fondos de las colecciones de Arango, Rafael Pérez Hernando, Gregorio Prieto y Telefónica. El resto han llegado fundamentalmente, de Estados Unidos y Europa.
Este próximo fin de semana, sin ir más lejos, veremos cómo La Sombra soporta la dura competencia de Bacon -y las colas que se forman para visitarla en el Prado- la apertura al público general de Arco, ArtMadrid y DeArte. Todo a la vez.
A la inauguración asistió la Baronesa Carmen Thyssen. Estuvo ausente el Ministro de Cultura, César Antonio Molina, que es presidente del Patronato.
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Etiquetas: Caja Madrid, exposicion, La sombra, Miró, museo, Thyssen
Parece que hay un problema que hace veinte años no existía: el de la caza del visitante. ¿Será que es un error plantear el arte como objeto de consumo?