Gran máscara de gas, instalación de Irina Nakhova en el pabellón ruso de la Bienal de Venecia 2015 / Cortesía The Russian Pavillion
Primera estancia:
Una gran máscara de gas del tamaño de una habitación nos recibe en la primera sala del pabellón ruso (3,50 x 3,50 x 2,50). A pesar de la luz cenital que proyectan los ventanales del techo, la sensación es de oscuridad. Negros y grises envuelven la cabeza gigantesca, inmóvil, de un piloto que parece ciego o muerto pero que de pronto abre los ojos y vuelve a la vida, nos mira unos instantes para volver a cerrarlos otra vez. Esperamos pero no hay más movimientos. Atrapado en el interior de la máscara cerrada, hermética, un piloto adormecido nos dirige, o mejor, durante más de un siglo un piloto cansado conduce el pabellón ruso.
Este año Rusia ha hecho historia en Venecia. Desde su fundación en 1914 y después de 800 artistas representados, el pabellón ruso expone por primera vez el trabajo de una mujer, Irina Nakhova (Moscú, 1955) que vive y trabaja entre Rusia y Estados Unidos. Otras dos mujeres completan el equipo, Stella Kesaeva, presidenta de la Stella Art Foundation, promotora del arte ruso contemporáneo, y la comisaria independiente Margarita Masterkova, experta reconocida en las Vanguardias rusas.
Estas son las tres mujeres que nos invitan a visitar “El Pabellón verde”, un homenaje al histórico edificio construido en 1913 por el arquitecto Aleksey Schusev pero repleto ahora de señales nuevas sobre los viejos mensajes.
Irina Nakhova posa junto a la gran náscara de gas en una de las salas de su instalación «The Green Pavilion» / AP – Photo: Domenico Stinellis
El trabajo de Nakhova está plagado de referencias, la primera es el mismo nombre, un diálogo con el pabellón al que la artista devuelve el color verde original que el arquitecto asociaba a la renovación y al progreso social, pero que fue eliminado por la Rusia soviética como símbolo de vacuidad y decadencia.
“En los últimos años el pabellón ha estado pintado en tonos pastel de color arena. Recuerdo cuando lo vi hace un año que algo me llamó la atención, algo que estaba mal. Me di cuenta que tenía que ver con el color. Me obsesioné con el cambio del mismo. Entonces empecé a hablar con historiadores y supe que en un principio había sido verde. Esa es la forma en que fue concebido»
Aunque la obra de Irina Nakhova es poco conocida en España su trayectoria, a partir de los 70′, ha contribuido al desarrollo del Conceptualismo ruso, el movimiento surgido frente a la imaginería socialista. En la década de los 80′ fueron pioneras las instalaciones creadas en su apartamento de Moscú. La serie “Habitaciones” se adelantó en unos años a las que el artista Ilya Kabakov (autor de “El Pabellón rojo” para la Bienal de 1993) realizó en 1984, la más conocida “El hombre que echó a volar al espacio”.
“La historia de las instalaciones comenzó en la década de 1980, en mi apartamento. Todavía vivo allí. He tenido las dimensiones de la habitación en mi mente desde hace muchos años: 3,95 x 3,95 metros. Solía pintar mucho, pero siempre estaba intrigada por el espacio, así como mediante la inclusión de algún tipo de referencias arquitectónicas en la pintura…
Eran los tiempos del terrible estancamiento de Brezhnev. Parecía que no pasaba nada en absoluto, que todo iba en un círculo vicioso: sólo amigos y arte. Estábamos deprimidos. Muchas personas creativas. Creé mi primera instalación para mí sola, al hacerlo cambiaba radicalmente el ambiente que me rodeaba, fuera del papel y la pintura. Convertida en el arquitecto de mi propio `viaje´….”
Segunda estancia:
Más oscuridad. Segunda habitación. La hoja informativa del pabellón anuncia que entramos en contacto con el cuadro negro de Malevich, la imagen más enigmática de la historia del modernismo ruso. El trabajo de la imaginación depende de nosotros que apresuradamente salimos del cuarto completamente negro. Estamos bajo los efectos de un eclipse, totalmente desorientados. Nos sentimos ciegos, encerrados en un Malevich en tres dimensiones.
Ilya Kabakov planteó, en algún diálogo con Malevich, «la esquina negra», pero nuestra imaginación nos dice que Irina Nakhova va más allá y rinde homenaje a la historia de la pintura rusa, a Malevich y a Kabakov en esta estancia, esta habitación negra.
Malevich, Kazimir Severinovich, ‘Black Suprematic Square’, 1915. Oil on canvas, 79,5 х 79,5 cm / Tretyakov Gallery
Tercera estancia:
Verde y rojo. Luz. Espacio.
Irina ha inventado una identidad diferente para cada habitación del edificio, un recuerdo de las instalaciones pioneras de los 70´que realizó en su apartamento de Moscú.
Los colores desbordan el lienzo llenando por completo un espacio pintado únicamente de:
-Rojo: la revolución rusa
-Verde: la perestroika
Irina Nakhova, estancia verde y roja del pabellón ruso en la Bienal de Venecia 2015 / Photo: © Camila Boschetti
Cuarta y quinta estancias:
Las dos últimas estancias nos devuelven al diálogo inicial con el arquitecto del pabellón, que lo fue también del edificio que aloja la cripta de Lenin.
La Cuarta estancia desde la que se alcanza a ver la cripta o quinta habitación / Photo: © Camila Boschetti
Irina Nakhova, Quinta estancia (cripta, izquierda) y Cuarta estancia (piso superior, derecha) del pabellón ruso en la Bienal de Venecia 2015 / Photo: © Inexhibit
La artista nos dirige nuevamente a una habitación vacía, muy oscura, en la que el suelo transparente abre y cierra unas compuertas por las que podemos ver el piso inferior, dos estancias comunicadas por dos ventanas, dos aberturas que se mueven, como el piloto que nos recibía al comienzo abriendo y cerrando los ojos. Ver y ser visto.
Volvemos al planteamiento inicial. La propia artista reconoce en el video promocional de la exposición haber dado forma a la matriz original del mausoleo de Lenin, el edificio de Shchusev.
En silencio y proyectadas en las cuatro paredes, fotografías de archivo, imágenes de vídeo familiares, religiosas, la historia colectiva de un pueblo.
“Los últimos días eran desgarradores. Reír con un amigo, sentarse debajo de un tilo, subir entre la fila de hachones la escalera mecánica de la estación de metro Kropótkinskaia y salir al aire libre, entre los kioscos de floristas, con el olor de la primavera en Mocú: te percatabas con una especie de estupor de que todo esto, que habías hecho miles de veces sin darte cuenta, lo hacías por última vez”
Enmanuel Carrère, “Limónov”
Etiquetas: Venice Art Biennale 2015