Ha conseguido llegar Alfonso Albacete (1950) a un momento dulce de su carrera basándose en una paleta llena de luminosidad que ha enriquecido con un cromatismo vitalista y construido con una libertad que le lleva cada vez más allá.Presenta ahora, en la galería Marlborough de Madrid, 10 serigrafías y dos óleos, estos últimos dentro de la irregular Muestra de invierno que incluye alguna firma de escasísimo interés.
Los Papeles pintados de Albacete, que se presentan en la sala dedicada a la gráfica, forman un conjunto unitario de variaciones sobre uno de sus temas favoritos, los paisajes, tomados bien de la realidad o de la memoria. Un alarde de tintas de impresión, superposiciones, transparencias, una investigación tanto plástica como técnica pues estira la cuerda -el nylon en este caso- hasta que no da más de sí: impresiona la cantidad de estampaciones y la limpieza con que las resuelve.
La evolución de este pintor, que también destaca como acuarelista y escultor, atraviesa el pop, pasa por una época conceptual posterior y un regreso feliz a la pintura a partir de 1979. En sus últimas exposiciones –Miguel Marcos y Sala Verónicas en 2006 y Juan Silió en 2007- puede verse cómo en este tránsito desaparecen las referencias cubistas y cómo, sin abandonar la óptica figurativa, irrumpe la abstracción impresionista. Partiendo siempre del dibujo, la suma de sugerencias figurativas, construcciones geométricas y deconstrucciones gestuales, colocan su obra actual en la primera línea de fuego.
Valoracion
1996. Sin título, o/p, 110×70, 1989, vendido en Christie’s 1.190$
2006. Serigrafía firmada, numerada 50/75, 80×120, y fechada 1990, precio de salida en Duran 375€.