Centelles (*1909†1985) es a la guerra civil española lo que Walker Evans (*1903†1975) es a la Gran Depresión americana. Desde sus respectivos países vivieron los episodios más trágicos de la historia mientras inventaban, en los años 30, el fotoperiodismo contemporáneo.
La galería Annta de Madrid pone a la venta al público, por primera vez, 73 fotografías (primeras ediciones, 1934-1940) de Agustí Centelles, un periodo que abarca las elecciones de 1936, el frente y la retaguardia de la Guerra Civil, el exilio y el campo de refugiados en Bram (Francia).
No se pueden ver estas imágenes de entusiasmo y violencia, de esperanza y dolor, sin conmoverse, sin sentir el desgarro de la vida y la muerte. Son documentos cuya visión atraviesa el tiempo, atrapan al espectador como si se hicieran presentes de tanta vida como hay en ellos. Las colas de público para votar en las elecciones, los retratos de políticos republicanos, la lucha en el frente, las víctimas, las barricadas, las columnas de exiliados, el campo de concentración que, siendo interno, fotografió clandestinamente. A todo se acerca y de todo es testigo directo este hombre que extrajo humanidad y belleza del horror de la guerra.
Con su Leica a cuestas, Centelles se mantuvo siempre como reportero independiente y publicó sus fotografías, como free lance, en la prensa nacional e internacional de la época. Desde su vuelta a España, en 1947, vivió en silencio de su trabajo como fotógrafo industrial y publicitario. En 1976, con la llegada de la democracia, recuperó su maleta con su impresionante archivo. De los 9.000 negativos que lo componen, se han venido celebrando exposiciones, ninguna de ellas en una galería con venta al público.
En 2008 los hijos de Centelles encontraron una caja de galletas con otras cien fotografías inéditas. El Ministerio de Cultura está en proceso de negociar con los herederos de Centelles la adquisición del archivo completo. Sería de justicia pues se trata de un patrimonio visual de primer orden que ya nos pertenece a todos.
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Exposición 2007. Centro Conde Duque
Bio. Foto3
La caja de galletas. Vídeo de TVE
[Publicación con imágenes inéditas Público]
Walker Evans, por su parte, recibió en 1935 el encargo de su gobierno de poner en imágenes los estragos de la Gran Depresión. Contratado por la Resettlement Administration (Farm Security Administration después) como «especialista de información» para retratar la pobreza extrema de la américa rural, fue despedido apenas dieciocho meses después. Los objetivos propagandísticos de la agencia chocaban frontalmente con la fotografía de Evans, de intención antiartística, ausencia temática y distanciamiento del objeto.
Fue en este período, sin embargo, cuando realizó su trabajo más conocido, un encargo de la revista Fortune que después rechazó por considerarlo demasiado radical. La rotundidad y cercanía de los personajes y la gran intensidad de los interiores vacíos de Let Us Now Praise Famous Men, retratos ausentes de toda retórica de tres familias de granjeros en Alabama, inaugura un nuevo género fotográfico: el foto-ensayo.
En la cómoda y suavemente iluminada sala Azca de la Fundación Mapfre, se puede ver, además, lo más representativo de la trayectoria de Evans: desde sus primeros ensayos urbanos, más cercanos a la abstracción y al cubismo que a la narrativa, pasando por sus fotografías de la Cuba de Machado, los retratos clandestinos de encuadre accidental en el metro de Nueva York –Many are called– hasta llegar a una selección final de las polaroids que, a pesar de su rechazo del color, realizó con su cámara de aficionado SX-70 al final de su carrera.
En todas se observa esa intención antiartísca, ese interés por eliminar toda retórica, ese rechazo del elitismo de la Nueva Objetividad que representaban sus contemporáneos Alfred Stieglitz y Edward Steichen.
Ironías de la vida, Walker Evans trabajó como editor fotográfico para Fortune, la revista que rechazó Let Us Now Praise Famous Men, entre 1945 y 1965. A partir de entonces y hasta su final, enseñó fotografía en la universidad de Yale. El MoMA de Nueva York, con el que mantuvo una larga relación, legitimó muy pronto su trabajo, organizando la primera exposición individual de un fotógrafo en el museo. No fue la única. A lo largo de su vida tuvo ocasión de asistir a otras tres más.
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MoMA. La colección
Webs y libros. Masters of Photography
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Me gusta mucho más la sala Azca de la Fundación Mapfre que las recién inauguradas de Recoletos, que deberían llamarse Recovecos.